martes, 19 de febrero de 2013

'GILDA' NUNCA HUBO UNA MUJER COMO ELLA


Gilda 1946
Director: George Cukor
Reparto: Rita Hayworth, Glenn Ford, George Macready, Steven Geray, Joseph Calleia

Dejando atrás espectáculos innecesarios que poco tienen que ver con el cine, hoy tengo que recomendaros la que para mi es: "la película". Los que me conocen bien saben que mi actriz favorita es y será siempre la mítica Marilyn Monroe, pero si tengo que elegir mi película favorita numero uno es 'Gilda'. 



La vi siendo muy pequeña y me impactó, me atrapó y a lo largo de mi vida, me influyó. Porque Gilda representa a esa mujer que no se resigna, que no se abandona, ni se rinde ante nada. Que lucha con fuerza, rabia, seducción, provocación e incluso llega al escándalo  para no someterse a la voluntad del hombre que la ha herido y que se cree su dueño. Esa lucha constante entre Gilda y Johnny es la base de este relato. Momentos claves de este hecho son, el famoso "striptease" en el que ella baila y se quita los guantes de manera tan sensual, para terminar arrancándose el collar en un acto de soberbia y rabia. O ese otro momento, que para mí fue clave, una frase en la que reivindica y manifiesta su libertad como mujer, diciendo aquello de "Si yo fuera un rancho, me llamarían Tierra de Nadie". El espectador se estremece ante esta frase, porque no es una afirmación como tal, sino una provocación en toda regla, a ese hombre que pretende someterla.

Esta obra maestra del cine negro desarrolla su historia en el Buenos Aires de 1946, y nos presenta una ambigua relación entre tres personas. John Farrell (Glenn Ford) es un aventurero que "hace su propia suerte". El juego le lleva a conocer a Ballin Mundson (George Macready) quién es el propietario de un casino y que lleva otros negocios de los que hará participe a Johnny. Mundson está casado con una enigmática y atractiva mujer, Gilda (Rita Hayworth) que, casualidades del destino, fue la amante de Johnny en el pasado. A partir de la llegada de Gilda, la relación entre Ballin y Johnny se ve alterada, por el inesperado y tempestuoso reencuentro entre los viejos amantes.

'Gilda' es el tipo de película que a todo cinéfilo fascina, no solo por sus personajes o por el argumento, es un todo, una serie de elementos perfectamente hilados que van precisamente desde el argumento, los personajes, la escenografía, la iluminación, todo el contenido visual; la fotografía que da esos esenciales elementos de cine negro, con luces y sombras muy contrastados para enfatizar los aspectos más dramáticos. Los diálogos que se graban a fuego, incluso la violencia (famoso y espectacular guantazo que Johnny le arrea a Gilda) y por supuesto, la música: memorables los dos momentos en que Gilda canta 'Put the blame on me' (una con una guitarra acústica y la otra durante el striptease) o el 'Amado Mio'.


No importa el tiempo que haya pasado, este film jamás perderá su esencia, su encanto. A decir verdad, parece que como el buen vino, gana calidad con el paso del tiempo. Una recreación de una relación de amor-odio, a la que se suma la intriga propia del mencionado cine negro.
No se cuantas veces he podido ver esta película, la verdad es que hace mucho que perdí la cuenta, pero no me cansa, al contrario, cada vez me fascina e impresiona, tanto o más que la primera vez que la vi. Su provocación, su fatalidad, su tristeza, su fuerza, todo ello hace que sea una poderosa e hipnótica obra maestra. Y es que "nunca hubo una película como esta"


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